Alguna vez leí que atravesar una tormenta emocional en la vida tenía el mismo sentido de su ocurrencia: las tormentas y sacudidas en la vida de las personas ocurren por algo, para que no vuelvas a ser la misma persona de antes de que ocurriese.
La vida siempre nos da la opción de esperar que la tempestad pase o sumergirnos dentro de ella y generar un ciclo sin salida. También tenemos la oportunidad de darnos cuenta que es lo que esta situación trae a tu vida, que debes aprender. Que debe cambiar y que ya no debe suceder. La opción nunca será quedarte lamentándote por el paso de lo que te sucede, la finalidad es aprender de ella, limpiar, sanar cada rincón de tu ser, dejar ese pasado, ese lo que me hicieron, lo que me sucedió, no puedo, no lo supero, es difícil...
Cuando pasamos por cosas desagradables añoramos nuestro estado emocional anterior, sufrimos muchísimo porque decimos “por qué a mí, por qué yo, es una injusticia” y pare usted de contar. Pasa que creemos que por ello hemos perdido parte de nuestra esencia e incluso inocencia en el mundo. Nos sentimos raros, confusos, no llegamos a entender el valor que el dolor puede llegar a tener.
Con los golpes fuertes de la vida pueden ocurrir dos cosas: o te hundes, o renaces como una persona mejor que la anterior.
Solo los eventos que pasan por nuestro cuerpo y por nuestra mente con intensidad los que nos harán cuestionarnos cosas que antes jamás hubiéramos hecho. Esto viene a referirse a lo de siempre, cuando le ocurre a mi amigo o a mi vecino lo veo muy claro, pero cuando me pasa a mí sí que me duele y afecta.
Siempre nos dicen frases del tipo “Lo importante no es caerse, sino levantarse” o “Cometes un error, debes de aprender de él“, siempre lo decimos a otros pero nos cuesta entender cuando nos los dicen a nosotros mismos.
Ojalá pudiéramos darnos cuenta de todo sin que el golpe sea tan duro, pero no hay un manual de instrucciones para la vida. Y aunque creas que lo tienes, vives en un mundo en el que las cosas cambian. Las personas más sabias de la vida adoptan el cambio, pues se dice “no sobrevive el más fuerte sino el que se adapta mejor al cambio”. Y el cambio siempre está precedido por ensayo-error, confusión y aprendizaje.
Pensemos en algún error que hayamos cometido en nuestra vida, elijamos el “peor” para nosotros e intentemos responder lo siguiente:
¿Has pensado alguna vez en el valor del aprendizaje de ese error? ¿Has pensado alguna vez de lo que “te has librado” o has asegurado en tu sistema de valores por haberlo cometido?
Todos nosotros a lo largo de nuestra vida hemos cometido muchos errores unos más graves, otros más simples, quizás nuestra reacción en un principio sea culparnos de por vida, juzgarnos y hacernos sentir muy mal cada vez que recordamos, pero también es momento de empezar a preguntarte:
¿Voy a cambiar algo si sigo mirando este error de la misma manera?
Tu y yo sabemos que no, que si ya cometiste este error, es momento de dejarlo atrás y empezar a ver todo el aprendizaje que este representa en tu vida, por eso hoy mi post se enfoca en la parte que no estás viendo, para que despiertes del dolor y sigas adelante:
La vida te puede sorprender para bien, y también para mal: Hay que estar preparados para los contratiempos que puedan venir, y no hay nada mejor que poder solventarlos independientemente.
No todo el apoyo emocional que te den es válido. Solo importa la calidad, no la cantidad: Creer que estamos arropados en una situación difícil o en un bache emocional es solo eso, una creencia. Es importante ser prudente y no buscar apoyo social de cualquier tipo, sino del tipo que a ti te va a ser útil.
En los malos momentos son en los que yo me conozco de verdad y a los demás, también: Dicen que no conoces a alguien hasta que vives con ella pero pasar por un apuro económico, social o emocional puede ser también muy delatador. Ni el príncipe azul que creías es tan apuesto ni tu amiga es la que te abraza. No significa que tengas que cortar esas relaciones, simplemente pasarán al estado de la cordialidad.
Vivir la indiferencia de unos te hará emocionarte con la lealtad, la sensibilidad y la pasión de otros: Es terrible cómo solemos subestimar a algunas personas que nos rodean. Solo cuando vienen los momentos difíciles, se puede apreciar su grandeza. Las personas honestas y limpias no se valoran por el tiempo que llevan acompañándote, sino cuando su honestidad y bondad resplandece.
Todo pasa, todo cambia, nada es permanente: un dolor o una decepción por más desgarradora que pueda parecer con el tiempo se aplana, se suaviza y se disipa. Que cuando actúas con principios, estos siempre se volverán más firmes para tu futuro y el dolor suponía solo un paso para contemplarnos con mayor claridad.
Los errores se superan, pero las decepciones son irreversibles: Los errores se superan y se aprende de ellos. Podrás olvidar a las personas que te decepcionaron pero jamás lo que te hicieron sentir, por lo que quizás ha sido la mejor forma de finalizar algo que no era verdadero.
Gracias a todo lo aprendido, hoy soy mejor persona: Gracias a todo lo aprendido, soy otra persona. No menos sensible, ni inocente, ni tampoco más “avispada”. Simplemente soy una persona con las cosas más claras, más autosuficiente y con capacidad de no escuchar lo que no me interesa y de disfrutar de lo que me apasiona.
Es inevitable que todas las personas volvamos a equivocarnos varias veces en la vida por muy bien controlado que creamos tenerlo todo. El error es parte fundamental de nuestro crecimiento y evolución.
Pero si aprendemos de nuestros errores la próxima vez caeremos inevitablemente pero nos levantaremos con mayor rapidez. Porque si en la vida no cometes errores o no te pasan cosas desagradables a veces, es que no estás viviendo.