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An Medina

El camino menos transitado



“Dos caminos divergían en un bosque amarillo, y apesadumbrado por no poder recorrer ambos y por ser tan sólo un viajero, me detuve largo tiempo; miré a lo largo de uno tan lejos como pude hasta el punto en que giraba en la maleza.

Entonces tomé el otro, muy parecido, y teniendo tal vez menos demanda, porque estaba cubierto de hierba y mostraba menos desgaste; aunque al atravesarlo, lo habría de desgastar igual.

Ambos yacían igualmente aquella mañana llenos de hojas que nadie había oscurecido con sus pisadas. Bueno, ¡dejé el primero para otro día! Sin embargo sabiendo que un camino lleva a otro, dudé que alguna vez tuviese la oportunidad de tomar el otro.

Al contar esto lo hago con un suspiro. En algún lugar, hace muchos, muchos años dos caminos divergían en un bosque y yo… yo tomé el menos transitado… y eso hizo toda la diferencia”- Robert Frost

A lo largo de nuestra vida, siempre hay momentos en los cuales tenemos que tomar alguna decisión. Esto es parte de nuestra naturaleza como humanos. Pero tenemos que estar conscientes de que cada cosa que elegimos tiene consecuencias (al haber varias opciones, el elegir una implica dejar las otras sobre la mesa).

En cierto sentido, también podría decirse que cada decisión que uno toma nos abre un camino, y nos cierra otros. Y muchas veces cuando elegimos un camino no tenemos marcha atrás: no hay manera de volver.

Todo esto viene al caso, porque muchas veces como humanos tomamos decisiones sin conocer nuestras demás opciones – sin estar consciente de ellas. Y además, por otro lado, muchas tienen, desafortunadamente, implicaciones o consecuencias en distintos aspectos de nuestra vida.

El instante de tomar un camino u otro puede traducirse en una delgada línea entre la edificación y la destrucción, entre la paz y el fracaso, entre el caos y la tristeza. Desde su origen, cada individuo está atravesado por circunstancias sociales y culturales. El ambiente donde se crece ofrece siempre un abanico de opciones, y son la inteligencia, los talentos múltiples y los valores incorporados los que harán que uno navegue por esas aguas. Todos estamos influenciados por nuestra historia personal. La mayoría de las veces nos inclinamos por decisiones de acuerdo con otras que las antecedieron. ¿Por qué? Porque desaprender algo es más difícil que aprender algo nuevo. Por eso, nuestra historia personal suele hacernos repetir malas determinaciones que ya tomamos en el pasado. Cada tanto, debemos chequear cómo ese pasado está influyendo en el presente.

Por lo general, cuando se decide, el resultado que estamos esperando es la paz y la tranquilidad de nuestra alma. Sin embargo, ese propósito puede hacernos caer lo cual nos llena de miedo e incertidumbre porque muchas veces nos dejamos ganar por la adversidad y no nos dejamos mirar más allá.

Tomar una decisión es enfrentar secuelas que pueden ser positivas o negativas. Para muchos, es más cómodo que otros definan por ellos, para luego desentenderse del resultado. Quienes caen en esta trampa son dependientes, rasgo que nace con los padres y madura con los amigos, las parejas, etcétera.

¿Cuál es el problema de esto?

Creer que no puedes hacer las cosas. Ya lo dice un sabio refrán: ‘El que no arriesga, no gana’. ¡Y es así! No hay aventura más grande que la de jugársela. Quien se anime a esto subirá un nuevo escalón en su vida.

¿Y el miedo al error, a caerse? ¿Cómo se combate?

Equivocarse es parte de nuestra naturaleza humana y buscar la infalibilidad es tan común como inalcanzable. El inconveniente no es equivocarse, sino la imposibilidad de aprender de los errores e incurrir repetidamente en ellos. Por el temor a equivocarnos, dejamos que la situación o los terceros decidan por nosotros.

Dejamos que la situación nos gane y nos mentimos pensando que nos liberamos de semejante compromiso. Nos repetimos que no tenemos que hacernos cargo porque no fuimos nosotros los actores (lo que nos ahorra, de paso, un gran cuota de estrés). Simplemente… sucedió. ¡Error, error, error! Allí estábamos participando, por acción u omisión.

Somos artífices de nuestro destino, y debemos de empezar a ver es que si ocurrió este error esta falla algo distinto debemos empezar a hacer, no te dejes ganar por la situación, y si sigue empeorando o cada vez va empeorando, no es porque tengas mala suerte, o la vida sea mala contigo, simplemente cambia la estrategia y los resultados cambiarán para ti.

A lo largo de mi vida he aprendido que para tomar una decisión lo más importante que debo hacer es escuchar mi corazón y seguir a esa voz que me señala que todo estará bien, y si algo falla seguramente es porque de ese fallo nacerá la gran oportunidad de transformar.

Por eso hoy te digo, ve escucha tu corazón y toma las decisiones que sientas debes tomar y si eso te lleva al fracaso, no te dejes derrotar por la adversidad, observa lo que estás haciendo y transforma la estrategia porque es así sólo así que todo podrá mejorar para ti.

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